La tristeza aparece de golpe, la muerte marca una interrupción, el vacío queda.
Resulta sorpresiva la noticia. Desde la Unidad de Estudios Cooperativos supimos compartir con Ruben y la Comunidad del Sur diversas experiencias de diálogo.
Queremos hacer un reconocimiento público y acompañar el sentimiento de familiares, amigos y compañeros. Desde su capacidad cuestionadora, desde las contradicciones y vivencias que forjaba, su presencia invitaba a la reflexión. ¿Cuál es el papel del individuo en una organización colectiva?, ¿Cuál es la Intensión de extensión?. Esa era una de sus características, jugar con las palabras para construir relaciones entre ellas y nombrar lo que nos pasa sin esquematismos.
El trabajo compartido, su participación en el curso de Cooperativismo y Asociativismo y sus múltiples enseñanzas que a todos y todas en la UEC nos han marcado, son algunos de los recuerdos que rápidamente nos aparecen. Su compromiso con la UDELAR y en particular con la Extensión siempre abierto e inquietante.
Lo conocimos a Ruben en diferentes momentos y ámbitos todos ellos vinculados a un hacer con otros, aunque apareciera en muchos caso solitario, “bajo sospecha”, “patriarca”, siempre estaba buscando promover la autogestión generalizada, abriendo caminos, con contradicciones y malestares. Desde su activa participación en algunos momentos de la Comisión de Derechos Humanos en la Zona 9, la promoción de huertas comunitarias, la creación de alternativas para el trabajo y la formación de jóvenes de la zona, sus dibujos y conexiones, sus estímulos a escribir y compartir lecturas, cruzar miradas y hacer historia, son algunas de sus marcas.
Quizás ese vacío que queda, es otra de sus provocaciones: sigan, busquen, desarrollen la imaginación creadora y no se queden con lo dado, lo que fue, hagan nueva historia. Recordando a Ruben pensamos en una frase que recientemente en un curso de extensión compartimos y que es de autoría de Castoriadis que tanto le importaba: “Tengo el deseo y siento la necesidad, para vivir, de otra sociedad que la que me rodea. Como la gran mayoría de los hombres puedo vivir en ésta y acomodarme a ella (en todo caso aquí estoy viviendo en ella)..No pido la inmortalidad, no pido que la sociedad me dé la felicidad, sé que no es esta una ración que pueda ser repartida por el municipio o el consejo obrero del barrio, y si es que existe nadie más que yo puedo confeccionarmela a mi medida.. Pero en la vida, tal como esta hecha para mí y para los demás me choco con muchas cosas inadmisibles; afirmo que no son fatales y que revelan la actual organización de la sociedad”.
Vivamos la tristeza, redoblando el compromiso con la transformación radical del orden existente.
Compañeros de la Unidad de Estudios Cooperativos y del Servicio Central de Extensión. Universidad de la República
Resulta sorpresiva la noticia. Desde la Unidad de Estudios Cooperativos supimos compartir con Ruben y la Comunidad del Sur diversas experiencias de diálogo.
Queremos hacer un reconocimiento público y acompañar el sentimiento de familiares, amigos y compañeros. Desde su capacidad cuestionadora, desde las contradicciones y vivencias que forjaba, su presencia invitaba a la reflexión. ¿Cuál es el papel del individuo en una organización colectiva?, ¿Cuál es la Intensión de extensión?. Esa era una de sus características, jugar con las palabras para construir relaciones entre ellas y nombrar lo que nos pasa sin esquematismos.
El trabajo compartido, su participación en el curso de Cooperativismo y Asociativismo y sus múltiples enseñanzas que a todos y todas en la UEC nos han marcado, son algunos de los recuerdos que rápidamente nos aparecen. Su compromiso con la UDELAR y en particular con la Extensión siempre abierto e inquietante.
Lo conocimos a Ruben en diferentes momentos y ámbitos todos ellos vinculados a un hacer con otros, aunque apareciera en muchos caso solitario, “bajo sospecha”, “patriarca”, siempre estaba buscando promover la autogestión generalizada, abriendo caminos, con contradicciones y malestares. Desde su activa participación en algunos momentos de la Comisión de Derechos Humanos en la Zona 9, la promoción de huertas comunitarias, la creación de alternativas para el trabajo y la formación de jóvenes de la zona, sus dibujos y conexiones, sus estímulos a escribir y compartir lecturas, cruzar miradas y hacer historia, son algunas de sus marcas.
Quizás ese vacío que queda, es otra de sus provocaciones: sigan, busquen, desarrollen la imaginación creadora y no se queden con lo dado, lo que fue, hagan nueva historia. Recordando a Ruben pensamos en una frase que recientemente en un curso de extensión compartimos y que es de autoría de Castoriadis que tanto le importaba: “Tengo el deseo y siento la necesidad, para vivir, de otra sociedad que la que me rodea. Como la gran mayoría de los hombres puedo vivir en ésta y acomodarme a ella (en todo caso aquí estoy viviendo en ella)..No pido la inmortalidad, no pido que la sociedad me dé la felicidad, sé que no es esta una ración que pueda ser repartida por el municipio o el consejo obrero del barrio, y si es que existe nadie más que yo puedo confeccionarmela a mi medida.. Pero en la vida, tal como esta hecha para mí y para los demás me choco con muchas cosas inadmisibles; afirmo que no son fatales y que revelan la actual organización de la sociedad”.
Vivamos la tristeza, redoblando el compromiso con la transformación radical del orden existente.
Compañeros de la Unidad de Estudios Cooperativos y del Servicio Central de Extensión. Universidad de la República
4 comentarios:
RUBEN PRIETO.
A pocos días de su muerte.
“Nos sentíamos militantes, pero desde una dimensión nueva que nos hacía y a la que, a nuestra vez, íbamos dando forma. Nos diferenciábamos del creyente que se definía por fines heterónomos, determinados por instancias sagradas siempre referidas a autoridades jerárquicas, o del partidario que radicaba su seguridad y la explicación del mundo en la voluntad del Partido y en la concepción dogmática que le garantizaba el conocimiento de las metas de la historia”
“Allí, en el seno del movimiento estudiantil, una generación se modeló y dio forma a una condición de compañeros. Juntos vivimos una aventura arriesgada, que sólo era posible en la solidaridad que cubría un arco que integraba una crítica radical a lo dado, un proyecto igualmente radical y por lo tanto utópico, y que en la medida en que nos definíamos como revolucionarios debíamos imaginar, proyectar y anticipar en todo lo que intentáramos
en el seno de la sociedad. Aprendimos a rechazar la idea de vanguardias elitistas, seguros de que el cambio que deseábamos sólo podía realizarse desde la libre experimentación autoorganizada y autogestionada por la sociedad misma, desde sus organizaciones de base. El acento estaba en la creatividad y en la voluntad constructiva, y no en la elaboración de teorías deterministas ni en la obediencia inherente a la condición de criaturas atadas a leyes históricas”.
Ruben Prieto, agosto de 2003 en homenaje a A. Errandonea: la libertad como deseo, como problema, y como proyecto.
Conocí a Ruben Prieto, en la primavera del año 1985, hace ya 23 años. En sus primeros viajes, de regreso del exilio, seguramente se planteó como parte de la militancia, apoyar desde donde pudiera, a movimientos comunitarios emergentes.
Desprendidos de un movimiento comunitario urbano, de raíz estudiantil, jóvenes, con utopía a estrenar, allí estábamos, dispuestos a formar una comunidad agraria. Llevábamos ya varios años de práctica urbana con un grupo mayor y considerábamos esa experiencia incompleta.
Así tras formar ese núcleo, trabajamos duramente durante algo más de un año.
Como parte del proyecto, no reunimos con Prieto, a quien considerábamos, que por su amplia experiencia comunitaria, nos podía aportar muchos elementos. Y así fue. Con la experiencia de un viejo militante, un hombre ya maduro, aportó a la reunión elementos capitales sobre la viva historia del movimiento comunitario en nuestro país y en el mundo: que se puede poner en común, aciertos y fracasos, incertidumbres, perspectivas, resistencias, etc. Realmente demostró en todo momento el interés real por un intercambio fecundo.
Posteriormente continuamos en contacto, y durante un tiempo participamos en la distribución de la revista comunidad, y de libros infantiles de excelente calidad, en notoria pérdida para la editorial comunitaria, dado que los distribuíamos gratuitamente.
Otro de los grandes aporte que le debemos los de ese grupo, fue su insistencia en la difusión de las ideas de Manfred Max Neef en la revista comunidad que editaba, que nos venía muy bien como aporte a los conceptos que manejábamos intuitivamente. El autor de la economía descalza, con sus categorías axiológicas de las necesidades humanas, el concepto de desarrollo a escala humana, y la posterior hipótesis del umbral, fueron muy importante en el cuerpo de ideas que manejábamos.
Luego fuimos por otros caminos, siempre militantes, pero distintos, perdimos contacto, pero cada tanto nos llegaban noticias, de la militancia de Prieto.
Hace unos días se fue.
Hoy en internet he visto todo tipo de semblanzas, desde idolatrías, hasta desencantos absolutos. Considero injustificadas las críticas. Contradicciones probablemente sí, como cualquiera, pero no busquemos otra cosa. Los enemigos están en otras partes.
Recuerdo prácticamente literalmente una de las frases que mencionó en esa reunión y que viene al caso compartir en este momento: un verdadero libertario, milita desde que se levanta hasta que se acuesta, desde que nace hasta que muere.
En el año 2001, escribió una excelente semblanza de A.Errandonea, de la que rescato sus palabras finales, aplicables ahora:
“Nos queda también este sabor triste de derrotas
y de fracasos, que sin embargo son el origen de
la renovación del deseo: libertad, solidaridad y autonomía,
desplegadas más allá de los límites de
aquellos que procuramos realizarlas” .
Antonio I Villar.
RUBEN PRIETO.
A pocos días de su muerte.
“Nos sentíamos militantes, pero desde una dimensión nueva que nos hacía y a la que, a nuestra vez, íbamos dando forma. Nos diferenciábamos del creyente que se definía por fines heterónomos, determinados por instancias sagradas siempre referidas a autoridades jerárquicas, o del partidario que radicaba su seguridad y la explicación del mundo en la voluntad del Partido y en la concepción dogmática que le garantizaba el conocimiento de las metas de la historia”
“Allí, en el seno del movimiento estudiantil, una generación se modeló y dio forma a una condición de compañeros. Juntos vivimos una aventura arriesgada, que sólo era posible en la solidaridad que cubría un arco que integraba una crítica radical a lo dado, un proyecto igualmente radical y por lo tanto utópico, y que en la medida en que nos definíamos como revolucionarios debíamos imaginar, proyectar y anticipar en todo lo que intentáramos
en el seno de la sociedad. Aprendimos a rechazar la idea de vanguardias elitistas, seguros de que el cambio que deseábamos sólo podía realizarse desde la libre experimentación autoorganizada y autogestionada por la sociedad misma, desde sus organizaciones de base. El acento estaba en la creatividad y en la voluntad constructiva, y no en la elaboración de teorías deterministas ni en la obediencia inherente a la condición de criaturas atadas a leyes históricas”.
Ruben Prieto, agosto de 2003 en homenaje a A. Errandonea: la libertad como deseo, como problema, y como proyecto.
Conocí a Ruben Prieto, en la primavera del año 1985, hace ya 23 años. En sus primeros viajes, de regreso del exilio, seguramente se planteó como parte de la militancia, apoyar desde donde pudiera, a movimientos comunitarios emergentes.
Desprendidos de un movimiento comunitario urbano, de raíz estudiantil, jóvenes, con utopía a estrenar, allí estábamos, dispuestos a formar una comunidad agraria. Llevábamos ya varios años de práctica urbana con un grupo mayor y considerábamos esa experiencia incompleta.
Así tras formar ese núcleo, trabajamos duramente durante algo más de un año.
Como parte del proyecto, no reunimos con Prieto, a quien considerábamos, que por su amplia experiencia comunitaria, nos podía aportar muchos elementos. Y así fue. Con la experiencia de un viejo militante, un hombre ya maduro, aportó a la reunión elementos capitales sobre la viva historia del movimiento comunitario en nuestro país y en el mundo: que se puede poner en común, aciertos y fracasos, incertidumbres, perspectivas, resistencias, etc. Realmente demostró en todo momento el interés real por un intercambio fecundo.
Posteriormente continuamos en contacto, y durante un tiempo participamos en la distribución de la revista comunidad, y de libros infantiles de excelente calidad, en notoria pérdida para la editorial comunitaria, dado que los distribuíamos gratuitamente.
Otro de los grandes aporte que le debemos los de ese grupo, fue su insistencia en la difusión de las ideas de Manfred Max Neef en la revista comunidad que editaba, que nos venía muy bien como aporte a los conceptos que manejábamos intuitivamente. El autor de la economía descalza, con sus categorías axiológicas de las necesidades humanas, el concepto de desarrollo a escala humana, y la posterior hipótesis del umbral, fueron muy importante en el cuerpo de ideas que manejábamos.
Luego fuimos por otros caminos, siempre militantes, pero distintos, perdimos contacto, pero cada tanto nos llegaban noticias, de la militancia de Prieto.
Hace unos días se fue.
Hoy en internet he visto todo tipo de semblanzas, desde idolatrías, hasta desencantos absolutos. Considero injustificadas las críticas. Contradicciones probablemente sí, como cualquiera, pero no busquemos otra cosa. Los enemigos están en otras partes.
Recuerdo prácticamente literalmente una de las frases que mencionó en esa reunión y que viene al caso compartir en este momento: un verdadero libertario, milita desde que se levanta hasta que se acuesta, desde que nace hasta que muere.
En el año 2001, escribió una excelente semblanza de A.Errandonea, de la que rescato sus palabras finales, aplicables ahora:
“Nos queda también este sabor triste de derrotas
y de fracasos, que sin embargo son el origen de
la renovación del deseo: libertad, solidaridad y autonomía,
desplegadas más allá de los límites de
aquellos que procuramos realizarlas” .
Antonio I Villar.
RUBEN PRIETO.
A pocos días de su muerte.
“Nos sentíamos militantes, pero desde una dimensión nueva que nos hacía y a la que, a nuestra vez, íbamos dando forma. Nos diferenciábamos del creyente que se definía por fines heterónomos, determinados por instancias sagradas siempre referidas a autoridades jerárquicas, o del partidario que radicaba su seguridad y la explicación del mundo en la voluntad del Partido y en la concepción dogmática que le garantizaba el conocimiento de las metas de la historia”
“Allí, en el seno del movimiento estudiantil, una generación se modeló y dio forma a una condición de compañeros. Juntos vivimos una aventura arriesgada, que sólo era posible en la solidaridad que cubría un arco que integraba una crítica radical a lo dado, un proyecto igualmente radical y por lo tanto utópico, y que en la medida en que nos definíamos como revolucionarios debíamos imaginar, proyectar y anticipar en todo lo que intentáramos
en el seno de la sociedad. Aprendimos a rechazar la idea de vanguardias elitistas, seguros de que el cambio que deseábamos sólo podía realizarse desde la libre experimentación autoorganizada y autogestionada por la sociedad misma, desde sus organizaciones de base. El acento estaba en la creatividad y en la voluntad constructiva, y no en la elaboración de teorías deterministas ni en la obediencia inherente a la condición de criaturas atadas a leyes históricas”.
Ruben Prieto, agosto de 2003 en homenaje a A. Errandonea: la libertad como deseo, como problema, y como proyecto.
Conocí a Ruben Prieto, en la primavera del año 1985, hace ya 23 años. En sus primeros viajes, de regreso del exilio, seguramente se planteó como parte de la militancia, apoyar desde donde pudiera, a movimientos comunitarios emergentes.
Desprendidos de un movimiento comunitario urbano, de raíz estudiantil, jóvenes, con utopía a estrenar, allí estábamos, dispuestos a formar una comunidad agraria. Llevábamos ya varios años de práctica urbana con un grupo mayor y considerábamos esa experiencia incompleta.
Así tras formar ese núcleo, trabajamos duramente durante algo más de un año.
Como parte del proyecto, no reunimos con Prieto, a quien considerábamos, que por su amplia experiencia comunitaria, nos podía aportar muchos elementos. Y así fue. Con la experiencia de un viejo militante, un hombre ya maduro, aportó a la reunión elementos capitales sobre la viva historia del movimiento comunitario en nuestro país y en el mundo: que se puede poner en común, aciertos y fracasos, incertidumbres, perspectivas, resistencias, etc. Realmente demostró en todo momento el interés real por un intercambio fecundo.
Posteriormente continuamos en contacto, y durante un tiempo participamos en la distribución de la revista comunidad, y de libros infantiles de excelente calidad, en notoria pérdida para la editorial comunitaria, dado que los distribuíamos gratuitamente.
Otro de los grandes aporte que le debemos los de ese grupo, fue su insistencia en la difusión de las ideas de Manfred Max Neef en la revista comunidad que editaba, que nos venía muy bien como aporte a los conceptos que manejábamos intuitivamente. El autor de la economía descalza, con sus categorías axiológicas de las necesidades humanas, el concepto de desarrollo a escala humana, y la posterior hipótesis del umbral, fueron muy importante en el cuerpo de ideas que manejábamos.
Luego fuimos por otros caminos, siempre militantes, pero distintos, perdimos contacto, pero cada tanto nos llegaban noticias, de la militancia de Prieto.
Hace unos días se fue.
Hoy en internet he visto todo tipo de semblanzas, desde idolatrías, hasta desencantos absolutos. Considero injustificadas las críticas. Contradicciones probablemente sí, como cualquiera, pero no busquemos otra cosa. Los enemigos están en otras partes.
Recuerdo prácticamente literalmente una de las frases que mencionó en esa reunión y que viene al caso compartir en este momento: un verdadero libertario, milita desde que se levanta hasta que se acuesta, desde que nace hasta que muere.
En el año 2001, escribió una excelente semblanza de A.Errandonea, de la que rescato sus palabras finales, aplicables ahora:
“Nos queda también este sabor triste de derrotas
y de fracasos, que sin embargo son el origen de
la renovación del deseo: libertad, solidaridad y autonomía,
desplegadas más allá de los límites de
aquellos que procuramos realizarlas” .
Antonio I Villar.
En estas ocasiones me gustaría saber tragarme las lágrimas y decir buenos discursos. Ojo! no lo digo peyorativamente! Hay personas que merecen que alguien pueda hacer un buen discurso para destacar sus aportes, la profundidad de la huella que han ido dejando en esta tierra.
Hoy me alegro de haber conocido a Ruben, de haber compartido trechos del camino con él, de haber aprendido TANTO con él...
Hoy estoy muy triste...lo voy a extrañar
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